Hace poco redescubrí esta foto, tomada por la Voyager 1 el 14 de febrero de 1990, en la que sus cámaras se giraron para echar un último vistazo a la Tierra antes de que la nave abandonara el sistema solar. La iniciativa partió de Carl Sagan (gracias por todo Carl, estés donde estés) y finalmente fue aceptada a pesar de no aportar valor científico alguno. Afortunadamente, hasta los sesudos científicos de la NASA fueron capaces de entender el valor real de esa toma, y en la foto puede verse el resultado. Hoy día, es considerada por muchos la foto mas hermosa de la historia de la Tierra.
"Ahí estamos; eso somos nosotros, ese pálido punto azul en medio del vasto cosmos", comentaba Carl en uno de los discursos más profundos y hermosos de los que nos legó.
La foto inevitablemente hace pensar, reflexionar sobre nuestra ridícula pequeñez y la poca importancia de todo lo que conocemos y asumimos como totalidad. Sólo somos eso, un minúsculo punto en medio del espacio infinito. Proporcionalmente millones de veces menor que una simple gota de agua en el océano. Visto así, "nada importa nada", que decía algún filósofo griego. Tanto sufrimiento de millones y millones de personas a lo largo de la historia parece, y así lo veía Carl, en vano.
Reconozco que comparto esa visión, pero casualmente pocos días después volví a escuchar un podcast de Documentos RNE dedicado a Vicente Ferrer. Admiro a este hombre y admiro su obra, así que no tengo problema en volver una y otra vez a hacerle memoria, como me pasa con todo lo que considero que merece la pena. Y entonces me llamó la atención, mientras narraba su episodio en la batalla del Ebro, esta experiencia que él narraba con su voz profunda y calmada (minuto 14:15):
"Estando en el frente del río Ebro, se estaba librando la batalla inmensa al otro lado del río, y nosotros estábamos en la parte ya de cerca del mar, ¿verdad?. Cada día yo por la noche me entretenía pensando estas cosas ya... un poco más importantes, de qué es el hombre, de dónde viene, adónde va, y, de repente ¿no?, la idea que se me dio yo la transformé en una imagen. Porque las ideas, según mi manera de pensar, siempre se me transmiten primero la idea y luego la imagen. Pues bien, la idea salió pero la imagen también. Y la imagen era una gran noche, oscura ¿verdad?, inmensa, que llenaba todo, todo el universo. Y mirando, mirando aquella inmensa noche vi en un rincón una lucecita. Y allí estaba el secreto. Por más inmensa que pueda ser la desconfianza que nos produce el desorden de este universo, esa lucecita está allí, y nunca se apaga, y llegará un día que vencerá la noche de este mundo".